Dejamos de ser niñ@s cuando:
Perdemos nuestra capacidad de asombrarnos
de lo simple.
Dejamos de jugar y comenzamos a
competir.
Dejamos de soñar despiertos.
Dejamos de creer en fantasías.
Renunciamos a la imaginación en pro de la
realidad.
Dejamos de ser como queremos y comezamos a
ser como debemos.
Nos preocupan más las opiniones que tienen
los demás acerca de nosotros que la propia.
Nuestra apariencia se vuelve más importante
que sentirnos a gusto.
Nuestro cumpleaños deja de entusiasmarnos.
Ante nuestros ojos, los objetos que nos rodean
son exactamente lo que nos dijeron que eran.
Cambiamos los dibujos animados por los
noticiarios y además les creemos sin cuestionar.
Dejamos de preguntarnos cosas.
Dejamos de pedir deseos a las estrellas.
Dejamos de ser niños no porque crecemos
sino porque permitimos que la realidad nos rebase.
El arte de preservar aquello que nos hace felices. Al final, la imaginación es un recurso inagotable, y ,sin duda, mágico.
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