otros devorados,
poquísimos masticados y digeridos.
Sir Francis Bacon
No conozco la obra del ganador del Premio Nobel de Literatura, el francés Patrick Modiano, al igual que la de otros escritores que han sido distinguidos con esta presea, ni estoy seguro de querer hacerlo.
En ese sentido, debo confesar que antes me
dejaba llevar por los premios (especialmente por los Nobel) y, apenas se daban
a conocer, cuando se trataba -como en este caso- de autores que no conocía o
simplemente no había leído; ni tardo ni perezoso corría a la librería para
agenciarme algún ejemplar, cuando estaba disponible la traducción, con la casi
certeza de que entre sus páginas iba a encontrar sólo maravillas. Sin embargo,
probablemente por no siempre estar familiarizado con la cultura a la cual
pertenecían los galardonados; por que las temáticas que abordaban no siempre
resultaban de mi interés, o simplemente por generarme demasiadas expectativas
(el hacerlo casi siempre conlleva desazones en proporción), me encontré, no en
pocas ocasiones, emboletándome con textos que no terminaba de leer con buen
sabor de boca.
Habrá, con seguridad y sin faltarles razones,
quienes dirán que mi apreciación de dichas obras carece de calificación al lado
del dictamen de los cónclaves que conforman los jurados en cuya erudita lectura
recae el otorgamiento de los premios. Sin embargo y, dado que desde mi
perspectiva la lectura debe ser un acto gozoso, prefiero ahora pecar de
ignorante antes que embarcarme en navíos que, reitero, desde mi punto de vista,
no me llevarán a buen puerto.
Así las cosas cuando, como en este caso,
desconozco la obra de un autor, prefiero -antes que en la recomendación implícita de un premio- confiar en la de
personas que la han leído y cuyas preferencias literarias empatan con las mías
o, en su defecto, acercarme con cautela vía reseñas o resúmenes de la misma,
que despierten al menos mi curiosidad.
Respeto a todo tipo de lectores, incluidos
aquellos con quienes no comparto preferencias. Sin embargo, el leer por moda o
por considerarlo un “debe” a partir del dictamen de terceros –sean quienes sean
éstos e independientemente de la autoridad que ostenten para emitir sus
juicios- puede traducirse en tiempo perdido. El hecho de que una obra sea
distinguida con un premio, aun el Nobel, no implica necesariamente que nos
resultará gratificante, ni que por ello debamos leerla. La lectura, como acto
íntimo y de recreación personal, debe obedecer, en primera instancia, a la satisfacción de cada lector. Lo
importante, entiendo, es que al llegar a la última página del libro que se sostiene
entre las manos, uno decida cerrarlo, ya sea para reservarse el placer de ese
último bocado visual para un momento más especial, o simplemente para prolongar
la agonía que conlleva el fin no deseado de algo que se ha disfrutado
enormidades, aun cuando se trate de una obra que jamás reciba un galardón.
Como quiera que sea, en tanto siga
desconociendo la obra de Patrick Modiano, no me resta sino conferirles el
beneficio de la duda a quienes han recorrido sus letras y pueden asegurar que
las han disfrutado. Enhorabuena para ellos.
Una presea no es siempre garantia...Karina M.
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